December 4, 2025

Proyectos de carencia: cuando lo que más nos ocupa es lo que más vacío esconde

Hay actividades que llenan nuestros días, nos dan sensación de propósito y reconocimiento, y sin embargo esconden una paradoja: cuanto más les damos, más nos piden. No tienen fin claro, consumen nuestra energía y, al mismo tiempo, nos alejan de la experiencia directa del presente. A este tipo de dinámicas, las llamamos proyectos de carencia.

¿Qué es un proyecto de carencia?

Un proyecto de carencia es una actividad que:

  • Demanda gran parte de nuestra atención y tiempo de manera continuada.
  • No tiene un fin ni un límite claros: nunca parece suficiente.
  • Nos secuestra del presente para evitar la sensación de vacío o de insatisfacción vital.

Algunos de estos proyectos son claramente autocentrados:

  • Acumular dinero sin techo definido.
  • Buscar fama o reconocimiento de forma inagotable.
  • Perseguir un amor romántico ideal que nunca se encarna del todo.

Otros tienen un componente más prosocial:

  • Dirigir una ONG.
  • Dedicarse en cuerpo y alma a la crianza.
  • Entregar toda la vida a una causa social o religiosa.

El criterio decisivo no es el contenido del proyecto, sino la manera en que nos relacionamos con él. El mismo trabajo o la misma tarea pueden vivirse como algo enriquecedor o como un proyecto de carencia, dependiendo de:

  • El tiempo que absorbe.
  • Lo que dejamos de lado por su causa.
  • El papel central que ocupa en nuestra identidad.

Tres rasgos que delatan un proyecto de carencia

Podemos señalar tres características clave para detectarlos.

1. Tiempo: casi toda la vida gira en torno al proyecto

Un proyecto de carencia absorbe casi todo nuestro tiempo durante años. A menudo disfrutamos de la actividad o estamos muy fascinados con sus resultados: dinero, reconocimiento, prestigio, sensación de utilidad, la idea de estar “haciendo el bien”…

Precisamente por eso, no nos damos cuenta de hasta qué punto estamos secuestrados. El proyecto se convierte en el filtro a través del cual miramos el resto de la vida.

2. Lo que se abandona: familia, amigos, aficiones

El segundo rasgo es lo que dejamos atrás. El texto compara este funcionamiento con una adicción:

El proyecto no nos deja tiempo para nada más.

Algunas consecuencias habituales:

  • Apenas hay tiempo para la familia de origen.
  • Si hay pareja, se vive como un estorbo o un “apoyo incomprensivo”; si no la hay, se justifica el estar solo.
  • Si hay hijos, se pasa muy poco tiempo con ellos; si no los hay, se renuncia a tenerlos por el proyecto.
  • Se pierden amistades antiguas por falta de cuidado; las relaciones se reducen al círculo del propio proyecto.
  • Desaparecen aficiones que antes nutrían la vida cotidiana.

Todo esto se sostiene con un relato interno: “Esto es muy importante”, “vale la pena sacrificarse”, “ya compensaré más adelante”, “la gente que me quiere tiene que entenderlo”.

3. Cómo estructura nuestra vida: qué ocurre cuando se rompe

La tercera señal aparece cuando, por motivos externos, el proyecto se interrumpe:

  • Nos despiden.
  • El negocio quiebra.
  • La organización se reestructura y perdemos el puesto.

De repente, aquello que organizaba el día a día desaparece. El resultado típico es una crisis existencial que puede manifestarse como depresión, vivida muchas veces como “sin causa aparente”.

En otros casos, no es el proyecto el que cae, sino el entorno: la pareja se separa, los hijos se distancian, la familia de origen deja de apoyar. Y la persona, encerrada en su relato, no entiende qué ha pasado: “¿Cómo no me apoyan en algo tan valioso?”.

Pedro: entregar la vida a una ONG… y perderse a sí mismo

Pedro tiene cincuenta y dos años y dirige desde hace dos décadas una ONG dedicada a tareas sanitarias en Asia y África. Su prestigio en el entorno profesional es grande: ha logrado que la organización sea una de las más importantes en los países donde trabaja.

Su entrega ha sido absoluta:

  • Cerca de diez horas diarias de trabajo.
  • Muchos fines de semana ocupados.
  • Toda su energía volcada en la expansión y consolidación del proyecto.

En el camino, Pedro ha ido soltando otras partes de su vida:

  • Ha dejado el atletismo y la guitarra, aficiones que antes le daban placer.
  • Ha perdido amistades previas por falta de contacto.
  • Su matrimonio se ha roto por su ausencia habitual en casa.
  • Su hijo ha decidido quedarse con la madre y mantiene apenas relación con él.

Pedro desarrolla una depresión y no comprende la reacción de su familia. Está convencido de que su compromiso social lo justifica todo y de que su mujer e hijo “tendrían que haberle apoyado hasta el final”.

Este caso resulta especialmente revelador porque muestra que un proyecto de carencia puede tener una apariencia moralmente incuestionable. Ayudar a los demás es valioso, pero cuando esa ayuda sirve para evitar mirar el propio vacío y destruye los demás pilares de la vida, la cuestión ética se vuelve más compleja.

El coste para el entorno es el mismo, sea un proyecto autocentrado o prosocial. La pregunta que queda flotando es: ¿realmente vale la pena?

Recuadro práctico: identificar tus proyectos de carencia

PRÁCTICA · Detectar tus proyectos de carencia

Siéntate en una postura cómoda y realiza varias respiraciones conscientes para calmar la mente.

1. Enumera tus grandes objetivos actuales. Piensa en aquello a lo que estás dedicando más tiempo y energía (trabajo, activismo, cuidado de otros, deporte, dinero, etc.).

2. Pregunta clave: ¿hay algún objetivo que esté alterando seriamente otros aspectos de tu vida (familia, amigos, salud, aficiones)?

3. Explora el “nunca es suficiente”. Pregúntate si ese proyecto tiene un final claro o un punto en el que podrías decir: “basta, ya está bien”. Si la respuesta es “tengo que seguir siempre igual”, es una señal de carencia.

4. Observa si te saca del presente. Nota si utilizas el proyecto para no estar contigo mismo, para no sentir el vacío o el sinsentido de tu vida actual.

5. Imagínalo sin ti. Pregúntate: “¿Qué pasaría si mañana este proyecto desapareciera?”. Observa qué sentirías, más allá de las pérdidas objetivas.

Termina con esta reflexión: en lugar de posponer la felicidad para “cuando el proyecto salga bien”, ¿es posible abrir un espacio de bienestar ahora, en la vida tal como es hoy?

Este recuadro orienta la mirada a la función del proyecto: ¿sirve para vivir con más plenitud o para no mirar un vacío interior?

Recordatorio de fondo: etiquetas y proyectos

  • El yo que defendemos está hecho de unas cuantas etiquetas centrales.
  • La mayoría de nuestras emociones negativas surgen cuando alguien —o nosotros mismos— desafía esas etiquetas.
  • Un número reducido de etiquetas (unas cinco) genera la mayor parte de ese malestar.
  • Los proyectos de carencia son una forma sofisticada de seguir alimentando ese yo insatisfecho, ocupando todo el tiempo para no tener que confrontar el vacío.

En este sentido, etiquetas rígidas y proyectos de carencia forman parte de la misma dinámica: construcciones que intentan asegurar que somos valiosos, dignos y queridos, pero que a menudo nos alejan de la experiencia directa de la vida.

Impermanencia y perdón: “ni tú ni yo somos los mismos”

Buda tenía un primo, Devadatta, que le envidiaba profundamente y llegó a intentar matarlo. En una ocasión, le arrojó una gran roca desde lo alto de una montaña; la roca casi lo aplasta, pero no lo alcanza. Buda permanece impasible, con una sonrisa.

Días después se encuentran en el pueblo. Buda lo saluda con afecto. Sorprendido, Devadatta le pregunta si no está enfadado. Buda responde:

“Ni tú eres ya quien arrojó la roca ni yo soy ya el que estaba allí cuando la lanzaste.”

Y añade que, para quien sabe ver, todo es transitorio; para quien sabe amar, todo puede ser perdonado.

La enseñanza es sencilla y profunda:

  • No tiene sentido mantener el odio durante años por algo que nos hicieron.
  • Ni quienes actuaron entonces son exactamente los mismos, ni nosotros lo somos.
  • Si miramos con honestidad, probablemente tampoco nos parecemos demasiado a la persona que éramos hace veinte años.

Esta reflexión conecta con todo lo anterior. Si todo cambia, ¿por qué aferrarnos tanto a etiquetas, proyectos y relatos que quizá tuvieron sentido en otro momento, pero hoy nos dañan? Si ni siquiera somos los mismos que diseñaron esos proyectos o asumieron esas etiquetas, tal vez podamos permitirnos soltarlos, aunque sea un poco.

Cerrar el círculo: menos lucha, más presencia

Los proyectos de carencia dan la impresión de que, si dejamos de luchar, nos derrumbaremos. Lo mismo ocurre con muchas etiquetas: sentimos que, sin ellas, dejaríamos de ser nosotros. El texto sugiere lo contrario: es precisamente la rigidez de ese yo la que genera gran parte del sufrimiento inútil.

Identificar nuestras etiquetas más importantes, ver cómo reaccionamos cuando se desafían, reconocer los proyectos que han ocupado la vida entera, no es un ejercicio para culpabilizarnos, sino para recuperar libertad.

Libertad para seguir comprometidos, pero sin sacrificar todo.
Libertad para cuidar, trabajar, implicarnos, sin convertirlo en la única razón de ser.
Libertad, en definitiva, para habitar el presente sin que cada acción tenga que demostrar nuestro valor.

Desde ahí, quizás podamos empezar a vivir menos pendientes de defender un personaje y más disponibles para experimentar lo que somos, momento a momento, en constante cambio.

Te invito a comprar mi libro “Adiós al Sufrimiento Inútil” dónde encontrarás el contenido de este artículo ampliado y con ejemplos prácticos para tu día a día, pinchando en el siguiente enlace:

Comprar "Adiós al sufrimiento inútil"

Harper Collins IbéricaISBN978-84-19809-59-9

SIGUE LEYENDO

Posts muy interesantes

Cuerpo, apariencia y posesiones: cuando la identidad se confunde con lo que se ve

Cuerpo, apariencia y posesiones: cuando la identidad se confunde con lo que se ve
En este artículo exploramos cómo las etiquetas físicas y materiales pueden esclavizar, y qué significa empezar a relacionarnos con ellas de otra forma.
LEER MÁS

El malestar por las etiquetas: cuando el “yo” se convierte en una fuente de sufrimiento

El malestar por las etiquetas: cuando el “yo” se convierte en una fuente de sufrimiento
Las etiquetas con las que definimos nuestra identidad generan sufrimiento y condicionan nuestras emociones. Una reflexión profunda sobre el “yo”, sus orígenes y cómo comenzar a relacionarnos con nosotros mismos de forma más libre.
LEER MÁS

Cómo relacionarte con “personas difíciles”: estrategias de compasión práctica (sin tragarte nada)

Cómo relacionarte con “personas difíciles”: estrategias de compasión práctica (sin tragarte nada)
Guía práctica para relacionarte con “personas difíciles” desde la compasión sin ceder ni “tragarte nada”: claves de reencuadre, límites saludables y ejercicios breves para reducir rumiación y actuar con claridad en familia y trabajo.
LEER MÁS

¿Necesitas saber más?

Suscríbete a nuestra newsletter para recibir todas las novedades sobre mindfulness, cursos, podcasts y otras técnicas para mejorar tu salud.

Gracias por suscribirte! Pronto empezarás a recibir nuestras noticias
Uups! Algo ha ido mal cuando intentabas suscribirte.