Como autor, pienso que no hay nada más valioso que compartir lo aprendido con la esperanza de aportar algo positivo a la vida de los demás. Al presentar este nuevo libro, he querido mantener la introducción exactamente igual que aparece en la obra original, pues representa fielmente mi pensamiento y el propósito con el que ha sido escrito. Espero de corazón que estas páginas puedan ser de ayuda para quien decida leerlas.
LA ISLA DEL SUFRIMIENTO
Cuando se escribe un libro, siempre debe existir una historia que contar o un mensaje que transmitir. En esta ocasión, sentía la obligación de resumir todo lo que he ido comprendiendo a lo largo de mi vida sobre el sufrimiento. Algo de este aprendizaje lo he adquirido en el ámbito personal, en la relación con familiares, amigos, compañeros y seres queridos en general. Pero la mayor parte de este bagaje lo he descubierto gracias a lo mucho que me han enseñado mis pacientes en mis años de compartir con ellos sus preocupaciones.
Vivimos en una sociedad que sufre mucho. Gran cantidad de personas padecen un intenso malestar durante una buena parte de sus vidas. Son múltiples las razones que generan este malestar, y, por eso, he intentado desgranar cada uno de los tipos de sufrimiento que experimentamos los seres humanos con la intención de comprender sus causas y sus posibles remedios.
Para cada persona hay unos sufrimientos que son más importantes que otros, que le afectan más. Esto tiene que ver con el aprendizaje y la historia particular de cada una, con el entorno familiar y cultural en el que ha crecido y con las circunstancias que ha experimentado. Pero, por encima de todo, un elemento clave es la capacidad de desarrollar estrategias para manejarse con ese sufrimiento, para gestionarlo y aceptarlo. Eso es lo que intentaré transmitir en este libro.
Mucho de nuestro sufrimiento es evitable. En parte, porque nos anticipamos a él antes de que aparezca con nuestra preocupación y ansiedad, siendo frecuente que luego no ocurran las circunstancias temidas. Otras veces recordamos innecesariamente situaciones de malestar o nos culpabilizamos sin sentido por ellas, reavivando continuamente la herida. A menudo interpretamos lo que nos dicen otras personas o lo que sucede en el mundo de forma amenazadora, tomándonoslo todo personalmente. Y en otras ocasiones nos autocriticamos, exigiéndonos una perfección imposible que nos paraliza y tortura.
En otros casos, el sufrimiento es inevitable, consustancial con la existencia humana, como la vejez, la enfermedad o la muerte, ya sea propia o de nuestros seres queridos. Pero también en esos casos nuestras expectativas poco realistas y la falta de aceptación amplifican enormemente el malestar. Y podríamos aprender a disminuirlo.
Se dice que todos los seres humanos nacemos con una isla del sufrimiento, es decir, todos vamos a tener que experimentar cierta cantidad de malestar en la vida. Pero la forma y el tamaño de cada isla son diferentes, y el mar que la rodea, también. Nosotros tenemos capacidad para diseñar esa isla, podemos ser, de algún modo, arquitectos de nuestro destino.
¿Existe un desafío más increíble que el intento de reducir nuestro sufrimiento a su mínima expresión? ¿Existe un propósito más loable que ayudar a disminuir el sufrimiento en el mundo? Descubrí hace años que esta era la misión más hermosa que tenemos los seres humanos y he dedicado mi vida a ello. Si piensas lo mismo, lector, este libro es para ti.
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