Comprender cómo funciona el sueño a nivel fisiológico es esencial para adentrarse en el fenómeno de los sueños lúcidos. Aunque popularmente se cree que el sueño es un estado de inactividad, la realidad es muy distinta. Dormir es un estado biológico activo, complejo y estructurado, con implicaciones clave para la salud física, mental y emocional.
Durante el sueño se producen cambios fisiológicos específicos que lo diferencian claramente del estado de vigilia. A diferencia del coma, el sueño es un estado reversible ante estímulos externos y presenta una disminución del tono muscular y de la reacción a estímulos (Velayos y cols.,2007). Además, el sueño requiere unas condiciones ambientales y posturales determinadas, que varían entre especies.
El sueño no es un fenómeno homogéneo, sino que se organiza en diferentes fases, cada una con características fisiológicas concretas. Estas fases se identifican mediante tres indicadores: el electroencefalograma(EEG), los movimientos oculares y el tono muscular, medido con electromiograma (EMG). La herramienta que registra estas variables es la polisomnografía (McCarley, 1995).
Las fases del sueño se dividen en dos grandes bloques: sueño No REM y sueño REM.
Se caracteriza por una transición desde la vigilia. Desaparece el ritmo alfa (8-12 Hz) y aparece el ritmo theta (4-7 Hz). Aunque hay tono muscular y pocos movimientos oculares, el sujeto sigue percibiendo estímulos. Representa el 5% del total del sueño y no es reparadora.Si la persona despierta, a menudo afirma que no estaba dormida.
Aquí el sistema nervioso bloquea parcialmente los estímulos externos, favoreciendo el descanso. Continúan las ondas theta, sin movimientos oculares y con tono muscular reducido. Esta fase supone el 50%del sueño en adultos y dura unos 50 minutos en el primer ciclo. Es parcialmente reparadora, pero insuficiente por sí sola.
Aparecen las ondas delta (0,1–4 Hz) y se intensifica el bloqueo sensorial. El individuo puede sentirse desorientado si se despierta en este punto. Se produce un descenso del 10–30% en la presión arterial y ritmo respiratorio, y aumenta la secreción de hormona del crecimiento. El tono muscular es muy bajo, y aparecen los característicos husos del sueño y complejos K, generados por el núcleo reticular del tálamo.
Es la fase de mayor profundidad del sueño y se caracteriza por un predominio total de la actividad delta. Es fundamental para la recuperación física y psíquica. Las alteraciones como el sonambulismo o los terrores nocturnos ocurren en esta fase. En jóvenes representa hasta el 20% del sueño, pero disminuye con la edad hasta casi desaparecer en personas mayores.
La fase REM (Rapid Eye Movement), también llamada sueño paradójico, se caracteriza por una paradoja: existe activación cerebral intensa, similar a la vigilia, pero el cuerpo presenta atonía muscular total (parálisis). En esta fase ocurren los sueños más vívidos, con una narrativa clara, aunque muchas veces absurda.
Esta fase se inicia 90 minutos después de dormirse y se repite cada 90 minutos, con duración creciente hacia la madrugada. Representa el 25%del sueño total y se ve reducida con la edad.
Los estudios de LaBerge y cols. (1986) identificaron que los sueños lúcidos aparecen en la fase REM fásica, durante los momentos de mayor actividad cerebral. La probabilidad de experimentar un sueño lúcido aumenta con la densidad de movimientos oculares rápidos, especialmente entre los 5 y 7 minutos después de iniciarse la fase REM (LaBerge, 1990).
La mayoría de los sueños ocurren durante la fase REM, y suelen ser:
En cambio, durante las fases III y IV del sueño No REM, los sueños son más pasivos, menos vívidos, a menudo en blanco y negro, y tienden a reflejar ansiedad o miedo. En general, son más comunes los contenidos placenteros y ordinarios.
El sueño es un proceso complejo, estructurado en fases claramente diferenciadas. Cada una tiene un papel específico en la restauración del cuerpo y la mente, y su conocimiento es clave para entender fenómenos como el sueño lúcido. Lejos de ser un estado de inactividad, el sueño es un escenario dinámico donde el cerebro trabaja intensamente, y del que aún tenemos mucho por descubrir.
Del libro:
SueñosLúcidos: Aprende a desarrollarlos.
De las tradiciones contemplativas a la evidencia científica – Javier García Campayo
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